viernes, 18 de enero de 2013

"Objetivos de Desarrollo del Milenio”


Se propone una reflexión acerca de la oportunidad de uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación como herramienta para contribuir al logro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio fijados por las Naciones Unidas. Se sugieren diversas actuaciones aplicables a la mejora del medio ambiente, la lucha contra la pobreza, el crecimiento social y económico y la atención a personas con riesgo de exclusión (mayores y discapacitados).
Quienes trabajan en el sector de las telecomunicaciones y de las TIC se van a tener que enfrentar a una disyuntiva: o mirar para adelante e inventar el futuro… o mirar para atrás, ver a cuántos nos hemos dejado en el camino en nuestro esfuerzo por innovar, y pensar cómo podemos integrarlos y evitar su exclusión del circuito de la tecnología.

Posiblemente este sector no sea consciente aún de estar ante esta disyuntiva. Pero quizá empiece a serlo si toma conciencia de una cosa: las telecomunicaciones pueden estar en el centro de la solución de muchos de los problemas y retos a los que se enfrentan el planeta y el mundo.
Las TIC y los Objetivos de Desarrollo del Milenio

¿Cuáles son esos retos? En el ámbito mundial, los retos podemos encontrarlos en los denominados "Objetivos de Desarrollo del Milenio” , que establecen una metas para alcanzar en 2015 y que tienen que ver con combatir la pobreza, el hambre, las enfermedades, el analfabetismo, la degradación del ambiente y la discriminación hacia la mujer. El octavo y último Objetivo del Milenio plantea la necesidad de «fomentar una asociación mundial para el desarrollo» y se propone que éste sea un importante medio para alcanzar los objetivos anteriores (pobreza, educación, género, salud y medio ambiente).

En el ámbito europeo, la Unión Europea publicó en noviembre de 2007 la Guía de la estrategia para el desarrollo sostenible en Europa (Comisión Europea, 2007), en la que se identificaron los retos ante los que se enfrentaban Europa en particular y el planeta, en general, en los próximos años. Éstos son: el cambio climático y la energía limpia; el transporte sostenible; el consumo y la producción sostenible; la conservación y la gestión de los recursos naturales; la salud pública; la inclusión social, consecuencia del aumento demográfico y de las migraciones, y la lucha contra la pobreza global.
Si estos son los retos, tanto a nivel mundial como europeo, ¿qué papel pueden jugar las Tecnologías de la Información y la Comunicación? ¿Qué rol pueden jugar las telecomunicaciones? Mucho. Mucho, aunque el sector aún no se haya dado cuenta. Sin ir más lejos, la Meta 18 incluida en los Objetivos de Desarrollo del Milenio convoca a los miembros de las Naciones Unidas a, «en cooperación con el sector privado hacer disponible los beneficios de las nuevas tecnologías, específicamente de información y de comunicación». Y es que es indiscutible que un adecuado desarrollo de las TIC pueda suponer una importante palanca de progreso económico y social.

Medio ambiente

Empecemos por el cambio climático y la degradación del medio ambiente, porque en toda esta lucha por el progreso al primero que nos hemos dejado atrás ha sido al propio planeta. El primer reto es defender el planeta, es decir, evitar que el desarrollo industrial hipoteque el futuro de las nuevas generaciones. Que el cambio climático es ya una realidad, y que lo es como consecuencia de la influencia del hombre, pocos pueden negarlo. Para empezar, once de los doce años más calidos desde que se tienen datos se han producido entre 1995 y 2006. En Europa ya se están viendo las consecuencias del cambio climático, a través de sequías, inundaciones e incendios forestales. Según datos del panel intergubernamental de meteorólogos de las Naciones Unidas, la temperatura de la tierra crecerá hasta cuatro grados entre el periodo 1990–2100. En América Latina, por ejemplo, la proporción de la superficie cubierta por bosques bajó del 50 al 46 por ciento en 2005. Estas cifras implican una deforestación total de 68,8 millones de hectáreas, un promedio de medio punto porcentual sobre la deforestación anual, es decir, más del doble del promedio mundial.

Ésta es la situación. ¿Qué rol puede jugar el sector de las telecomunicaciones? Para empezar, hay que ser conscientes de que, según un informe de Gatner, el sector de las telecomunicaciones puede llegar a emitir el 2 por ciento del total de emisiones de CO2 del planeta (4,71 millones de toneladas, tantas como el sector de la aviación). Sin embargo, según datos de la International Telecommunications Union (ITU), nuestro sector podría ser capaz de coadyuvar a reducir más de 48,4 millones de toneladas de CO2 en otros sectores conexos si se implantasen de una manera adecuada soluciones basadas en las telecomunicaciones (sanidad, movilidad urbana, administraciones públicas, etc.).

La lucha contra la pobreza

El segundo reto al que se enfrenta la humanidad es la lucha contra la pobreza. En palabras de Nelson Mandela, «Derrotar la pobreza no es un gesto de caridad. Es un acto de justicia. Es la protección de un derecho fundamental del ser humano: el derecho a la dignidad y a una vida digna».

La extrema pobreza, definida como disponer de menos de un dólar al día para vivir, afecta a más de mil millones de personas en los países en vías de desarrollo, aproximadamente una sexta parte de la población mundial. Iberoamérica es una de las dos regiones (junto con el África subsahariana) que registra mayores niveles de desigualdad de ingresos. Según Naciones Unidas, en América Latina, de una población cercana a los 550 millones de personas en 2005 (CEPAL. CELADE, junio 2005), 222 millones vivían en condiciones de pobreza, 96 millones de los cuales lo hacían en situación de pobreza extrema o indigencia.
Pero no pensemos que la pobreza es sólo un tema de países en vías de desarrollo. De acuerdo con el Eurochild Review ( 4) sobre el fin de la pobreza infantil, uno de cada cinco niños en el seno de la UE está en riesgo de vivir una situación de pobreza; además esta ratio apenas ha mejorado en los últimos 6 años. Por ejemplo, en 2004, en Eslovaquia, el 30 por ciento de los niños menores de 15 años estaban en riesgo de exclusión, frente al 9 por ciento de Dinamarca.

Más de la mitad de la población en extrema pobreza de Latinoamérica se concentra en tres países: Brasil, México y Colombia (26, 16 y 12 por ciento, respectivamente), mientras que Argentina, Perú y Venezuela presentan unas cifras del 9, el 7 y el 6 por ciento, en ese mismo orden, del total de la población indigente regional. De estas cifras se desprende que el mayor número de personas afectadas por el fenómeno se encuentra justamente en los países de mayor población, que además son los que han alcanzado un nivel de ingreso por habitante cercano o superior al promedio regional (Botero, 2008).

Y… ¿adónde nos puede llevar esa alianza público-privada para que las TIC mitiguen la pobreza? Pues a poner en marcha iniciativas que, por ejemplo, apoyen el autoempleo, utilizando las herramientas que ofrecen las TIC para proporcionar servicios directamente desde y hacia cualquier lugar. También es posible crear aplicaciones que favorezcan los procesos productivos de las economías más tradicionales, como pueden ser la agricultura, la ganadería, la pesca, la manufactura y confección, la artesanía, etc.; estas aplicaciones podrían proporcionar mayor información sobre la demanda de determinados productos, precios, valor de las materias primas, llegada de plagas y manera de afrontarlas, etc. Hay muchas experiencias que demuestran que en Iberoamérica se han dado pasos importantes en este sentido.


La atención a personas con riesgo de exclusión

El tercer reto está en no dejar fuera a personas con riesgo de exclusión, especialmente las personas mayores y los discapacitados. Según datos de las Naciones Unidas, el número de personas con más de 60 años podría casi triplicarse hasta llegar a los 2.000 millones en 2050, representando prácticamente una cuarta parte de la población mundial, prevista en 9.200 millones. La revisión de 2006 preveía para 2050 un incremento de la población mundial de 2.500 millones de personas, frente a los actuales 6.700 millones, lo que conllevaría un notable envejecimiento de la población en las regiones más desarrolladas ( 9).

Asimismo, está previsto un incremento considerable de la población mayor de 80 años, que se triplicará en el conjunto de la UE, pasando de representar un 4 por ciento de la población en 2004 al 11,4 por ciento en 2050. Las cifras más elevadas se observan en Italia (con un 14,1 por ciento de mayores de 80 años sobre el total de la población), Alemania (13,6 por ciento) y España (12,8 por ciento).

Para todas estas personas, las TIC pueden suponer la diferencia entre trabajar y no trabajar; comunicarse con amigos y familiares o no; tener asistencia médica sin salir de casa, o tener que desplazarse, o no tenerla; en definitiva, ser una persona dependiente o independiente.

Pero puede irse aún más lejos si nos fijamos en las personas con discapacidad. Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE, 1999), en 1999 había en España tres millones y medio de personas con discapacidad, lo que representaba aproximadamente el 9 por ciento de la población española. Además, 10 millones de españoles (uno de cada cuatro) tiene una relación directa con la discapacidad. En Europa, aproximadamente 50 millones de personas tienen algún tipo de discapacidad y en el mundo se estima que esa cifra puede rondar los 400 millones de personas.

El marco legislativo español (11) y el europeo son suficientemente extensos en reconocimiento de los derechos de las personas con discapacidad y con dependencia (12). Otra cosa bien distinta es que las leyes tengan un nivel de cumplimiento relevante.

Pues bien, para todas estas personas, y para todos nosotros (asumiendo nuestro rol de “potenciales personas con discapacidad”)… ¿qué rol juegan las TIC?, ¿cómo pueden ayudar a las personas con discapacidad a sentirse parte integrante de la sociedad?

La respuesta es sencilla. Si las TIC valen para algo es para hacer más fácil la vida de las personas. La mayoría de las empresas del sector ya han tomado conciencia de este potencial y han desarrollado o están desarrollando importantes iniciativas en relación a las personas con dependencia y a aquéllas con discapacidad. Así, el impacto y el potencial que representará la nueva Ley de Dependencia hacen recomendable reforzar y desarrollar plenamente este importante plan, y además plantearse actuaciones como pueden ser la posibilidad de contar con investigación y estudios de mercado sobre la diversidad de necesidades en productos y servicios de telecomunicaciones y sociedad de la información que pueden demandar estas personas.
Pero probablemente es en el ámbito de la oferta de servicios y productos adaptada a la diversidad de grupos y colectivos con dependencia donde se encuentra el potencial de futuro de las TIC como parte de la solución. Aunque en algunos continentes, por desgracia, estas personas no tienen acceso ni a los servicios más básicos (educación, por ejemplo), en otros el poder adquisitivo de este colectivo ha modificado las estrategias de negocio de algunas compañías. Surgen de esta manera nuevas ofertas de telefonía adaptada y accesible, de accesibilidad a la Sociedad de la Información, teleasistencia, domótica y todo tipo de plataformas tecnológicas para mejorar la atención y la calidad de vida de las personas con discapacidad y con dependencia.

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